viernes, 28 de enero de 2011

CHARLA CON... CARMEN

“Es verdad que cuido mucho a Sergio, pero él también cuida de mí”

Estoy sentada en una de las cuatro sillas que tiene Carmen en su comedor, mientras, ella se encuentra en la cocina. Ahora llega con una sonrisa, un café, una limonada, y pastas. Así pues, ya podemos empezar la entrevista.
Carmen no es un personaje conocido de nuestra sociedad. Esta entrevista no trata de sus logros profesionales, sino de los personales. Sergio, que es el hijo de Carmen, es un chico de 18 años al que le gusta jugar, reír, escuchar música, hacer deporte... Y además, tiene una discapacidad intelectual.
“Es verdad que al principio me costó asimilar que mi hijo tenía una discapacidad, y que debía ir a una escuela de educación especial ”, me dice Carmen cuando le pregunto cómo se lo tomó al enterarse de la problemática de Sergio y de su escolarización. Aun así afirma: “Era lo mejor”, y además, ahora es ella quien recomienda a los padres de niños con discapacidad intelectual que admitan la situación de su hijo y lo escolaricen lo antes posible en una escuela de educación especial. “El Ventijol, que es la escuela de educación especial a la que ha ido Sergio, ha ayudado a mi hijo en lo personal, pero no tanto en lo educativo”, se queja Carmen. Según me cuenta, Sergio ha aprendido a cepillarse los dientes, a relacionarse, a comer, a vestirse... Todo esto gracias al colegio. Por otra parte, explica que su hijo, ya con 18 años no ha aprendido a restar, sumar, leer... “Sé que Sergio podría haberlo conseguido, lo que pasa es que no insistieron lo suficiente”, me comenta. Y es que Carmen confía plenamente en las capacidades de Sergio para continuar aprendiendo.
“Caminar”, esta respuesta tan clara y concisa me da Carmen cuando le pregunto por el mayor logro conseguido por Sergio. “La vida de mi hijo no es fácil, si no pudiera andar sería mucho más complicada”, así me argumenta su respuesta a la pregunta anterior. Para Carmen, Sergio es su vida y le dedica muchísimo tiempo, seguramente más que a ella misma. Sí, dedica todo el tiempo a su hijo, pero no está insatisfecha por ello. “Es verdad que cuido mucho a Sergio, pero él también cuida de mí. Me demuestra amor todos los días, me respeta muchísimo, es muy afectuoso, agradecido...”, me explica Carmen emocionada mientras a mí se me ponen los pelos de punta. “No descarto la posibilidad de que Sergio se independice y comparta piso con otras personas que también tengan alguna discapacidad intelectual, es más, me gustaría, creo que cualquier madre sería feliz sabiendo que su hijo puede estar bien sin depender de ella”. Esta última reflexión me demuestra la fortaleza de Carmen, una madre que ha luchado por la educación de su hijo, pero también por su felicidad.

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