miércoles, 26 de enero de 2011

Almuerzo con... Laura Rabassa

“ellos me hacen sentir como en casa”

Núria Rabassa

Unas pequeñas décimas y su indudable curiosidad por las asignaturas prácticas lograron su felicidad. Así es como se siente Laura Rabassa, una estudiante de pedagogía en prácticas en la Fundación Catalana Síndrome de Down. “Es un trabajo un tanto complicado, pero al cabo del día, si analizas la labor que has hecho te llena de satisfacción y, esta es tan grande que incluso me siento extraña los días que no voy”, asegura Laura mientras pide una caña de chocolate y un café con leche. Hace solo unos meses que empezó en la fundación, y aun así, no deja de repetir que es un trabajo que le llena de satisfacción; “no porque les ayude yo, sino porque ellos me hacen sentir como en casa”. Y mientras pronuncia estas palabras, una pequeña sonrisita se asoma en su rostro. “Realmente somos como una familia, trabajamos, claro, pero también tenemos tiempo para hablar de nosotros, jugar y reírnos. Me gusta lo que hago, pero no puedo explicar por qué”, explica mientras mueve la mano derecha para coger la taza de café y dar un pequeño sorbo. Después, con la otra, coge la caña de chocolate y da un mordisco. Con solo 22 años de edad, está trabajando en un lugar con gente de más de 30. Además, recién salida del horno y con chicos discapacitados. Toda una experiencia. A pesar del poco tiempo que lleva asegura que les tiene mucho cariño y que no le supone ningún sacrificio, todo lo contrario. “Es cierto que conlleva más dificultad mantener una conversación con ellos, pero también depende del nivel de lenguaje de cada uno. Hay quien no vocaliza bien las palabras, debido a que tiene la lengua más grande y le cuesta. Otros se ayudan con signos e incluso hay quienes no saben lo que están diciendo; pueden estar hablando de algo y de repente cambiar. Todo depende de la persona. En general, sí, es bastante mas difícil.” Y con esto, da otro mordisco, más pequeño que el anterior. Dicen que las personas discapacitadas son mucho más cariñosas que las personas sin discapacidad, cosa que matifica Laura, aunque siempre con el “pero” a punto: “Yo creo que esto es un tópico”, asegura y, antes de empezar una nueva frase, toma otro sorbo de café y añade: “Es cierto que son más cariñosos, pero todo depende del día, del momento y de con quién estén. Allí, en la fundación, solo hay una persona que está todo el día abrazando. Los demás, ni se inmutan, aunque hay que corroborar que son todos muy educados. La excepción es una persona que no da ni los buenos días. Y hay otro que no abraza nunca, pero no para de saludarte y decirte “guapa”. Creo que depende de las manías de cada uno”. Y con esto, da el último mordisco a la caña de chocolate. A los pocos segundos el último trago de café y añade: “Realmente me gustaría seguir trabajando en esto, porque me gusta mucho. Nunca imaginé que hacer estas prácticas me ayudaría a darme cuenta de lo que me gusta y quiero hacer el resto de mi vida, cosa que en cuatro años de carrera no había logrado saber. Siento que este es mi lugar y que nací para esto”.

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