jueves, 20 de noviembre de 2008

CHARLANDO CON… ROSER ATMETLLA

“Cerramos los ojos para recordar, para morir y para no ver ciertas cosas”

En ocasiones, el paso de los años cambia la actitud de algunas personas, pero el tiempo no siempre ejerce esa fuerza. No lo ha hecho con Roser Atmetlla, escritora y profesora de filosofía de nuestro instituto. Hace unos días, un servidor conversaba con uno de sus primeros alumnos. Éste me contaba que ella era muy exigente y estricta, pero que, a la vez, era una persona muy sociable, con un punto de vista muy personal y con un sentido del humor bastante singular. Pues no, Roser no ha cambiado. Después de quince años, sigue siendo así.

No existen demasiadas oportunidades para que un estudiante de segundo de bachillerato pueda sentarse a hablar con Roser de algún tema que no esté relacionado con alguna lección de filosofía. La excusa para hacerlo, su libro. Els ulls tancats narra las vivencias y la lucha de los obreros que, en pleno régimen franquista, reclamaron la libertad y la democracia desde la fábrica de la SEAT en Barcelona. “He escogido un mundo de hombres, pero contado desde el punto de vista de las mujeres”. Además, es un relato que saca a la luz la parte más humana de personas que vivieron encerradas en un contexto demasiado oscuro de la historia. “Quería mirar hacia un hecho colectivo, desde el punto de vista del obrero, y no del político que es, quizás, el que más eco ha tenido. Me hablaron de la SAFA, pero me incliné por la SEAT y, tras visitar sus instalaciones, me decidí. Creo que no me equivoqué.”

- Els ulls tancats, ¿por qué este título?

- Porque es bonito. (Ríe)

Sus bromas y su peculiar sentido del humor están presentes en la charla. “Cerramos los ojos para recordar, para morir y para no ver ciertas cosas”, añade a la respuesta de por qué ese título. “Asimismo, el recuerdo está muy presente en la obra a través de los flash backs. Sé que algunos son muy duros y hay quien llega a enfadarse, pero me da igual”. (Bromea). “Nos encontramos en el siglo XXI y, según qué cosas se hacen en literatura, parecen desfasadas. Me gusta innovar”.

Suena el agua del radiador, la conversación avanza.

Àlia, Gil, Vicenta, Alegria. . . son algunos de los personajes de la obra y cada uno lleva algo de Roser. “Me identifico con todos; reparto características mías en todos ellos, aunque también hay una gran parte de imaginación en el carácter, pues yo no viví de lleno los años del franquismo.” Además, los alimentos juegan un papel importante en cada personaje de la novela, es un rasgo definitorio. “Uno se identifica porque come, otro porque huele los alimentos, otro porque los relaciona con el pasado… Mis personajes siempre hablan de comida”. ¿Es casualidad? Ella, en clase, siempre utiliza expresiones como “esto se tiene que masticar, se tiene que degustar…”

- ¿Te gustan los brioches?

- No, pero el chocolate caliente sí. (Ríe)

Éste ha sido el cuarto libro de la escritora. Antes había publicado El nedador (1998), La clau de tots els secrets (2003) y La línia (2005). “He ido rápido, sólo he tardado dos años; normalmente, estoy entre tres y cuatro”. Sus obligaciones familiares y su trabajo la obligan a compaginar su afición por la literatura con la docencia. Escribe casi cada día. “Tengo dos trabajos, pero éste es muy importante y me gusta. Me lo paso bien”.

- ¿Tienes algún otro proyecto en mente?

- No suelo decir nunca lo que estoy haciendo, pero un día se me escapó. Estoy escribiendo cuentos.

“Necesitaba descansar porque las novelas desgastan mucho, por eso ahora me dedico a los cuentos. Dejar de escribir no es reposar”. En su primer libro, Roser incluye una novela inglesa del siglo XIX; en el segundo, una obra de teatro; en la tercera, un guión de cine; y en esta cuarta, un cuento. “Alguien me dijo que ahora tocaba la poesía, pero eso ya no”. (Ríe)

Nuestra conversación no ha acabado aquí, pero hay cosas que no se pueden contar, al menos no hasta haber leído la novela. Els ulls tancats: un buen libro, sin duda.

Moisés García

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