jueves, 20 de noviembre de 2008

ALMUERZO CON... TOTI UTSET

“Clara asumió su adopción, pero no quería hablar de ello”

Toti Utset llegó cinco minutos más tarde de lo acordado a su cita. Cada minuto que pasaba aumentaba mi interés por conocer su historia, que según me habían dicho era realmente interesante.

Por fin llega. Lo primero que hace es disculparse por haberse retrasado, se excusa diciéndome que había muchísimo tráfico. Después me propone estructurar nuestra conversación en dos grandes temas: el proceso de adopción y la historia de Clara (su hija). En cuanto empieza a relatar su apasionante experiencia, su entusiasmo y las ganas que tiene de contarme sus vivencias hacen que siga aumentando el interés por conocer esa etapa de su vida.

Toti trabajaba como cooperante en Bolivia, construyendo guarderías y escuelas de primaria, sin ningún tipo de recompensa económica, simplemente con ganas de difundir la educación en un país sin recursos, donde se priorizan otros aspectos. “Si te digo la verdad, no cambio esa época de mi vida por nada del mundo; fue una experiencia más que positiva.”

Sus ganas de vivir, su manera de contarlo… toda ella despierta mi admiración, me daban ganas de llegar a casa y decir “Mamá, yo de mayor quiero ser como Toti”. Pero sigamos con su historia, ella decidió adoptar a última hora, dos meses antes de marcharse definitivamente de Bolivia; al tener la residencia boliviana y haber residido allí durante dos años, los trámites se agilizaron muchísimo, ya que se trataba de una adopción de carácter nacional. Toti era una mujer soltera cuando residía en Bolivia y, según las leyes del país, una madre soltera solo puede adoptar niños con minusvalías, pero ella conocía a las monjas del orfanato donde adoptó y la ayudaron mucho. “Pretendían que eligiera al niño que quería llevarme a mi casa”, pero Toti solo puso una condición: que el niño o niña fuera relativamente mayor (en Bolivia, se puede adoptar un niño de 6 años como máximo), de esta manera, Clara, la elegida, tuvo la suerte de su vida.

En seguida que Clara y Toti llegan España (unos dos meses después del inicio de los trámites), Toti tuvo algún que otro problema con la Generalitat, ya que ésta sospechaba que se trataba de una adopción ilegal, pero en cuanto los profesionales investigaron y se documentaron, comprobaron que todo estaba en regla. “Nunca había pasado tanto miedo, temía que me quitaran a mi hija, no quería que volviera a vivir en esas condiciones”.

Cuando acabó de explicarme el proceso de adopción, empezó por la historia de Clara. Realmente esta historia no tiene desperdicio. Clara no tuvo ningún problema de adaptación en la escuela, es más, aprendió a hablar catalán muy rápidamente, pero al ser una niña que ya tenía cierta consciencia de su pasado (tenía 5 años) le costó muchísimo asumir su adopción y confiar en su familia. “Cada vez que, sin querer, se orinaba o rompía un vaso, tenía mucho miedo, se escondía para que no la regañáramos”. Me explicó que Clara, antes de llegar al orfanato, fue maltratada por sus tutores, de modo que la policía tuvo que intervenir y quitarles la custodia. “Clara tiene quemaduras y cicatrices por todo su cuerpo”.

Aún así, Toti nunca le escondió la adopción a Clara, es más, des del principio la concienció, aunque si fuera por la niña, hubiera evitado hablar del tema, incluso quería olvidarse de rus raíces y sólo se sentía catalana; “Clara asumió su adopción, pero no quería hablar de ello”. Durante mucho tiempo, Toti y su pareja le proponían viajar a Bolivia para conocer sus raíces, su país… pero ella se negaba “era como si aquella parte de su vida no hubiera existido nunca”.

Aunque con el tiempo Clara recapacitó y fue ella misma quien propuso viajar a su país, cuando tenía diez años. Toti cuenta toda la historia con una entereza y una tranquilidad ejemplar, y, al hablar del viaje, se le dibuja una gran sonrisa en la cara. Fue realmente positivo para Clara “le hizo cambiar la visión de sus raíces, quiere volver a Bolivia cuanto antes”.

En una hora, Toti consiguió explicarme y transmitirme unos sentimientos y una experiencia que me provocaron envidia, ganas de alcanzar la mayoría de edad para poder vivir una experiencia parecida a la suya. Fue una tarde realmente genial. Sumamente interesante y provechosa.

Mireia Matas

No hay comentarios: