jueves, 20 de noviembre de 2008

ALMUERZO CON… JOSEP DELGADO DELMAS

“Las batallas siempre fueron más fáciles para el bando nacional, ya que contaban con ayuda extranjera”

Nació en Barcelona el año 1916. A los 16 años fue a vivir a Vilassar de Mar. Fue mecánico en el ejército republicano, lucho en Madrid y Teruel, y estuvo en dos campos de concentración durante el período de la Guerra Civil (1936-1939).


Estamos en el archivo municipal de Blanes, un sitio llena de historia (blandense), un buen sitio para hablar de la Guerra Civil española. El entrevistado se sienta lentamente en una silla delante de mí y me mira con una sonrisa. Se la devuelvo y me dispongo a empezar la entrevista, pero se me anticipa y empieza la historia.

Me explica con detalle la formación de los 2 bandos: “el bando republicano estaba formado por mossos d’esquadra, La UGT, la CNT, la parte del ejército republicana y los carabineros (guardas de fronteras). Yo era carabinero, como mi padre y mi hermano y nos destinaron a Madrid”. Mientras habla me doy cuenta de la nitidez con que lo recuerda todo… “Nací en un cuartel del ejército en Barcelona”, dice, “ya que hasta los 20 años (cuando fui a Madrid) tuve contacto con los camiones y con los coches, de manera que fui a Madrid como parte de la infantería, pero en seguida me ofrecieron de ser mecánico y acepté en seguida, ya que era menos peligroso”.

Desde luego para su edad (92 años) sus recuerdos tienen una fuerza abrumadora. Él sonríe y prosigue: “la Batalla de Madrid fue dura, sobre todo para los republicanos, ya que los nacionales contaban con ayuda de las dictaduras extranjeras. La batalla en la que luché fue la de Carabanchel. Carabanchel alto era nacional y Carabanchel bajo republicano. En medio, había unas fuentes que se vaciaron de agua para ser usadas como trinchera. Fue una batalla dura, con muchas muertes porqué nos sorprendieron con aviación. Pero yo no vi acabar la batalla por qué el gobierno se fue a Valencia y yo me fui también (era enero del 37). Estuve casi todo el año 37 arreglando camiones y preparándolos para invadir Teruel. Finalmente, fuimos a Teruel. El viaje fue duro, ya que continuamente nos pasaba la aviación por encima, por lo que No podíamos encender fuegos, porque, si lo hacíamos, nos veían y nos bombardeaban. Un día nos sorprendió la aviación alemana, la Legión Cóndor. Eran aviones muy avanzados para la época. Perdí el ojo izquierdo. Después de eso, a finales del 38, volví a Barcelona”.

A mí me cuesta ya mantener la cara de póker, pero a él parece no importarle. “De nuevo en Barcelona, volví a dedicarme a reparar camiones. Al ver mis superiores la masacre provocada por las tropas (sobre todo las nazis) dijo que el que quisiera se podía ir a Francia. Me fui con la intención de regresar en un tiempo. Una vez en Francia nos llevaron a un campo de concentración de Argelès sur-Mer. Estaba ubicado en una playa muy grande y bonita, pero las condiciones de vida del campo de concentración eran infrahumanas. Dormíamos al raso y estábamos mal nutridos. Los campos estaban vigilados por senegaleses”. Por senegaleses? “Si, en esa época Senegal era una colonia de Francia. Violaban a algunas chicas, lo que provocaba algunos asesinatos por parte de los refugiados. Tiempo después nos llegó un mensaje de Franco que decía que quien no tuviera las manos manchadas, es decir, que no hubiera colaborado con los republicanos, podía volver a España. Como yo simplemente había sido mecánico, volví. Nada más pasar la frontera, una guardia civil me preguntó que a que me dedicaba, y yo le dije que era carabinero. Eso no le gustó y me enviaron a otro camp de concentración, este vez, en Bilbao (esto pasa en julio del 39, por lo que la guerra ya se ha acabado). En ese campo, a veces, llamaban a unos cuantos y los mataban. Una vez me llamaron a mí. Tuve muchísima suerte. Un de mis tías estaba casada con el sargento de la Guardia Civil destinado en Bilbao, así que me perdonaron y me llevaron a Guadalajara a hacer trabajos forzados por haber sido fiel a la república. Nos trataron bien en Guadalajara”. Fue toda una suerte… “Si, desde luego, pero yo quería volver a casa. Aunque esto no pasó hasta finales del 39 que volví a Vilassar… ¿para qué? Para hacer la mili. Cuando volví definitivamente a mi casa era ya 1942”…

Una gran historia.

Enric Barber


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