miércoles, 26 de enero de 2011

Un encuentro con... Manuel Maldonado

“Me di cuenta de que sólo tenía que hacerme preguntas realmente importantes. Eso fue como una chispa”

Nos encontramos en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB). Es, como siempre que nos vemos, un encuentro informal. Me hace entrar en su despacho, en un segundo piso, que ya me resulta familiar. Pasé un verano allí ayudando en las investigaciones de Manuel Maldonado junto a otros investigadores y otras chicas que hacían prácticas como yo. Nos sentamos uno al lado del otro en frente de su ordenador “Hay temporadas que haces experimentos en el mar y estás todo el día con ropa de buceo o bañador si es verano y hay otras épocas en las que tienes que pasar todos los datos que has recogido y te pasas tres meses delante del ordenador con los ojos destrozados de no moverte”, explica al ver que mi mirada se dirige a los gráficos de la pantalla. Manuel es científico especializado en esponjas marinas. Lleva más de 15 años realizando investigaciones: “Muchos libros de texto de los que utilizan para enseñar en las universidades españolas y también americanas recogen nuestros trabajos y nos citan como autores” asegura mientras me muestra uno de los libros más recientes donde lo han citado “Este libro lo utilizan ahora en universidades americanas y españolas”. Manuel muestra una seguridad al hablar de las esponjas y de todas sus investigaciones que sorprende. Parece que haya nacido para esto y prácticamente así es, ya que se pasa en el CEAB trabajando incluso hasta diez horas diarias. El investigador me responde con una sonrisa sincera al preguntarle si la vida de investigador es dura, ya que son muchas horas de trabajo: “Siempre depende del investigador. Yo no me puedo quejar porque he viajado por todo el mundo con el motivo de las esponjas y me ha ido bien”. Me enseña unas fotografías guardadas en su ordenador. En la primera aparece una isla diminuta y muy exótica que según me cuenta se sitúa en las islas Bahamas. Pasa un rato hablándome de viajes hasta que me cuenta cómo llegó a sentirse realmente científico: “Cuando empiezas a investigar te das cuenta de que hay más cosas que se tendrían que saber pero que se desconocen, pero claro, hay muchas preguntas que te puedes hacer para descubrir cosas. El momento más crucial como científico me llegó cuando me di cuenta de que sólo tenía que hacerme preguntas realmente importantes, porque las otras desgraciadamente son una pérdida de tiempo y energía. Eso fue como una chispa para mí”. Nos despedimos con dos besos y un “¡Hasta pronto!”. Volveré para terminar mi trabajo de recerca en unos días y seguiremos hablando de sus aventuras como investigador.

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