El trabajo no se acaba nunca para ella. Lleva 30 años en la espalda trabajando para el Hospital Comarcal de la Selva en Blanes (Gerona), pero ella dice estar “la mar de bien”.
María José Carles, enfermera, saca su paquete de tabaco del bolso y mientras enciende un cigarro espera al camarero. De entrante pide una ensalada y un agua para acompañar. “Siempre he vivido en un ambiente sanitario, y supongo que eso me atrajo desde un principio”, asegura durante la espera del primer plato.
Actualmente trabaja en la sección de geriatría, pero no siempre ha sido así. Empezó en urgencias y en hospitalización. Por la manera en que lo dice parece estar mejor ahora. “Antes tenías que actuar muy de prisa y con mucho estrés. Ahora, en cambio, es un ir haciendo. No volvería, la vida a urgencias es muy estresante”.
Mientras degusta el filete de ternera con verduras admite ser una amante del dulce, pero reconoce que tiene que haber un momento para cada cosa. Presenta una serenidad absoluta que se contagia. Trabajar en un sitio donde la muerte puede ocurrir en cualquier momento no la atormenta. “Psicológicamente vas preparado. Ya sabes que en ese sitio la gente puede morir”.
Sus aficiones durante su tiempo libre no son de otro mundo, intentar aprender inglés, pasear y en verano, ir a la playa. El trabajo no le dificulta estas tareas debido a un horario fijo y la ausencia de guardias. Su pasión por el trabajo es formidable.
Después de 30 años sigue preocupándose por su actualización profesional. Actualmente, está realizando un curso sobre problemas respiratorios en pacientes de más de 65 años. Un curso nada parecido a su oficio, ya que consiste en ir por los domicilios de gente que ha sido seleccionada a partir de las datos de la Seguridad Social. Aun así su respuesta a esto es sorprendente.“No solo creo que es importante formarte, sino necesario”, dice, demostrando su saber en la materia.
“El típico cafetito del final”, susurra mientras lo toma, aunque asegura que no es tan bueno como el que ella prepara en casa. “No cambiaría por nada mi trabajo” dice mientras enciende su segundo cigarro del día. Aprovecha ahora que todavía no ha entrado en vigor la prohibición. Paga la cuenta a medias y se despide. “No me dejes mal en la entrevista, chico”.
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