jueves, 20 de noviembre de 2008

ALMUERZO CON… GERARD ILLES

“O todos o nadie”

El bar está lleno de gente. Nos encontramos en el Novo, un conocido bar donde nunca hay un sitio libre. Por suerte, hemos venido pronto. Son las 9 de la mañana y estoy con el novio de mi hermana, estudiante de arquitectura en la Universidad de Barcelona.

Gerard y yo hablamos sobre el trabajo que estoy haciendo en el instituto. Le digo que estoy tratando sobre las barreras arquitectónicas de Blanes. Justo en ese momento viene el camarero a tomar nota de lo que vamos a tomar, los dos nos decidimos por un zumo de naranja natural y un bocadillo de jamón dulce y queso.

Le pregunto de donde viene su afición por la arquitectura, él me cuenta que ya, desde pequeño, le gustaba construir con los legos y todo este tipo de juegos. Ya de más mayor, se fue aficionando más hasta que después de acabar el bachillerato, entró en la Universidad de Barcelona a estudiar arquitectura.

Cuando el camarero nos trae el pedido, Gerard me explica que ya lleva 3 años en la universidad y que ha estudiado bastante materia sobre el tema que yo tengo que investigar. Me explica que él hizo un estudio de las calles de Blanes para ver si estaban habilitadas o no para los minusválidos. El resultado… negativo. “Hace dos años que hice el trabajo en Blanes, desde entonces solo he visto 4 cambios en las calles, cuatro cambios que ayudan, mínimamente, a un pequeño porcentaje minusválidos”. Él es un chico muy reflexivo que siempre tiene es cuenta hasta el más mínimo detalle. “Después de mi trabajo por Blanes, me di cuenta de que el ayuntamiento está despreciando a gente que tiene el mismo derecho que todos de circular por las calles del centro. ¿Por qué algunas calles están habilitadas y otras no? Esto para mí es lo de siempre: o todos o nadie.”

Pedimos la cuenta. Él, siempre tan crítico, me dice que Blanes no está en buenas condiciones y que, “si queremos ganar, tenemos que gastar”, es decir, que se tiene que invertir dinero para arreglar las calles y así habrá más gente que pueda dar una vuelta por el pueblo, sin encontrarse ninguna barrera que lo impida.

Dejamos la propina y salimos del bar.


Miquel Torrentó

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